La educación constantemente se encuentra sometida a cambios, con el fin de formar alumnos integrales. Para lograr esta meta deben participar todos los agentes de la educación, padres y apoderados, alumnos y profesores, como también un equipo de gestión, el cual debe velar por las metas y objetivos propuestos en su propio proyecto educativo. En este contexto en necesario tener equipos de gestión compenetrados, donde se realice un trabajo en conjunto y se busquen soluciones acordes a las problemáticas existen. Un equipo de gestión debe poseer un liderazgo eficiente, abierto a los cambios y comprometido con los resultados, y que además desarrolle propuestas pedagógicas dirigidas a mejorar la calidad. En este contexto, es el equipo directivo, el que como ente conductor, realiza una coordinación natural de estas acciones, y en el cual descansan las máximas responsabilidades de todo lo que se vive al interior de la comunidad. En atención, a lo anterior, el Marco para la Buena Dirección plantea cuatro grandes áreas que deben abordar los equipos directivos, los cuales se centran en el liderazgo, gestión curricular, gestión de recursos, clima organizacional y convivencia porque inciden directamente en el trabajo que se realiza con los docentes como así mismo con el aprendizaje y los resultados que logran alcanzar los estudiantes.